01 Agosto, 2020
Como queremos que seja nossa vida quando passar a pandemia?
Practia Talks / Santiago Bilinkis
El emprendedor Santiago Bilinkis puso el énfasis en los grandes cambios que produjo la emergencia sanitaria relacionada con el coronavirus en nuestras vidas cotidianas y analizó cuáles de esas modificaciones podrían ser beneficiosas para el futuro.
“Para muchos es, tal vez, el momento más difícil de sus vidas personales o profesionales: la idea es que podemos aprender”. Con estas palabras, el emprendedor Santiago Bilinkis, autor de libros como Pasaje al futuro y Guía para sobrevivir al presente, inició su charla en el marco de Practia Talks denominada “Aprendizajes para la vida a partir de la pandemia”. “Estamos en una inercia en la que difícilmente nos preguntemos si vivimos como queremos vivir”, apuntó.
Compartió luego datos de una investigación de la Universidad de Duke según la cual el 45% de las decisiones que tomamos a diario, desde las que aplicamos para cepillarnos los dientes hasta cuestiones más complejas como manejar un auto, son hábitos que tenemos totalmente incorporados. “Vivíamos en ese piloto automático y llegó la cuarentena para hacer añicos nuestra rutina: eso en un aspecto es genial, porque cuando el hábito se congela se hace visible de nuevo y una decisión que ya se había convertido en compulsión, en un acto irreflexivo, puede ser revisada”, sentenció Bilinkis.
El emprendedor admitió que en un momento de tanta angustia, que involucra no solo temas de salud, sino también económicos, hablar del futuro puede “sonar a una locura”. Sin embargo, advirtió, “esto va a pasar, meses más o meses menos, y necesitamos pensar el día después: ¿De verdad queremos que todo vuelva a ser como antes?”, se preguntó. Por eso, indicó, deberíamos reflexionar sobre qué queremos que suceda, cómo deseamos que sea la nueva normalidad y qué podemos aprender de esta experiencia límite. “Buscar el equilibro para que 2021 no se parezca a 2020, pero que tampoco sea un retroceso a 2019”, graficó. “Tenemos la oportunidad de plantarnos, descubrir nuevos caminos e impulsar hábitos que reemplacen a los que nos trajeron hasta acá”, agregó.
Entre las cosas que el propio Bilinkis quisiera modificar, en primer lugar destacó el desarrollo de una visión largoplacista para estar preparados en el futuro. “De repente sufro ataques de incredulidad: calles desiertas, gentes con barbijos, un escenario de película de ciencia ficción de clase B y luego me doy cuenta de que no se trató de un evento inesperado, sino por el contrario, de uno sobre el cual se tenía absoluta certeza”, reflexionó.
El video del expresidente norteamericano Barack Obama de 2014 es casi tan descriptivo de lo que ocurre hoy como la charla TED brindada por Bill Gates en 2015. En el medio, montones de advertencias: SARS de 2002, muy parecida a la COVID-19 pero con distintos parámetros de contagiosidad e incubación, la gripe A de 2009 y la MERS de 2012, también muy similar pero con una tasa de mortalidad muchísimo más alta. “Sorprende incluso que Obama habló de los pasos a seguir para evitar una situación como esta y las potencias no actuaron y respondieron recién ahora de manera casi completamente improvisada, como consecuencia del extremo cortoplacismo con que se vive, en particular en las agendas políticas, que parecen ocupadas únicamente por la siguiente elección”, lamentó Bilinkis.
Además, tratándose del primer acontecimiento completamente global del que se tenga registro, llama doblemente la atención la ausencia de una respuesta internacional concertada y unívoca. “Incluso hubo diferencias dentro de los mismos países respecto de las medidas a tomar y hasta se fracturó la relación dentro de los edificios, con situaciones increíbles de médicos que iban a poner el cuerpo durante el día y eran repudiados al regresar a sus hogares porque los vecinos temían contagiarse”, explicó el emprendedor. “Esta pandemia nos enfrenta a los límites del pensamiento del ‘sálvese quién pueda’ y de las fronteras imaginarias: ¿Estaremos a la altura del hecho histórico que estamos escribiendo?”, dudó.
El segundo cambio propuesto por Bilinkis estuvo relacionado con la simpleza. “Vivimos con tres remeras, tres pantalones y un par de mudas de ropa interior”, enumeró. “Mientras nos pasamos buena parte del tiempo tratando de hacer y de lograr más, la ciencia ya demostró que una vida simple es mucho más satisfactoria”, acotó. Y trajo a colación una incomodidad que sintió al principio de la cuarentena, cuando notaba cierta satisfacción por ese modelo de vida. “¿Cómo puede ser, si yo antes tenía más libertad?”, se preguntaba. Encontró la respuesta en The paradox of choice, trabajo del investigador norteamericano Barry Schwartz. “Contrariamente a lo que solemos creer, es mejor tener menos opciones”.
Dio como ejemplo la compra de jeans: hace algunos años había dos opciones y uno elegía el que mejor le quedaba. Hoy existen 500 modelos. Uno sigue comprando el que mejor le queda, pero es menos satisfactorio. Primero, porque hay características que uno anhela (un determinado tipo de botón, un color) que seguramente existen en otros pantalones pero no en el elegido. Segundo, porque el número incrementa la expectativa y entre 500 esperamos a priori encontrar uno perfecto, lo que aumenta la probabilidad de que nos frustremos. Tercero, que cuando había dos opciones si ninguna nos quedaba bien, la culpa era del fabricante de jeans. Ahora es nuestra.
El tercer cambio que analizó Bilinkis durante estos dos meses de aislamiento fue la relación del hombre con la naturaleza. Destacó las fotos de animales salvajes en centros urbanos y, fundamentalmente, la reaparición luego de décadas de peces en el Riachuelo. “Trabajé a 150 metros de ahí durante 15 años y los días que corría viento del sudeste padecía el olor putrefacto, mientras que hoy, con las plantas río arriba, esas que tiran desechos que aniquilan todo, paralizadas, vuelve la vida”, señaló. “Esto nos enseña dos cosas: cuánto impacto generamos con nuestra forma de trabajar y de consumir en el medio ambiente y qué rápido se regenera todo cuando quitamos el pie del acelerador”, agregó. Si bien aclaró que no es momento de pensar en priorizar el Riachuelo sobre las fuentes de empleo, insistió con que no se puede dejar de tomar nota sobre este asunto. “Me duele pensar en el momento en que como sociedad abramos esos grifos tóxicos y matemos a esos animales que osaron invadir el espacio que había sido de ellos”, describió.
El cuarto ámbito de reflexión fue la educación. “En los últimos dos meses tuvimos más cambios que en las últimas dos décadas”, señaló. Sin embargo, advirtió, esta no es la educación virtual del futuro, sino clases remotas de emergencia, con un sistema puesto en marcha a las apuradas, con baja infraestructuras y nula capacitación a docentes y alumnos. Igualmente, se vislumbran algunos beneficios. “Los inútiles exámenes a libro cerrado en los cuales los alumnos para aprobar necesitan haber memorizado datos fácticos que olvidarán dos minutos después de haber entregado la hoja son imposibles en esta modalidad: los chicos tienen Google en el mismo dispositivo en el que estudian y a todos los amigos a una distancia de chat”, describió el autor, en cuyo libro Pasaje al futuro describía, precisamente, evaluaciones a computadora abierta, con consignas que exigieran la revisión de tres fuentes distintas sobre un mismo tema, la validación de esas fuentes, el otorgamiento de crédito a los autores originales y la construcción de un discurso propio, relevante a la pregunta y correctamente expuesto. “El chico que puede hacer eso está mejor preparado para el mundo que viene que el que recita de memoria ríos de Europa”, aseguró Bilinkis.
El experto repasó también el salto cuántico en el nivel de digitalización de la vida. “Estamos viendo una puntualidad suiza, con eventos que inician en horario o un minuto más tarde, cuando los presenciales exigían entre 15 y 30 minutos de tolerancia”, indicó. La contracara, señaló, es que quedamos más expuestos a los esquemas manipulativos de las apps y los sitios web, que apuntan a conductas adictivas de los consumidores para incrementar sus ganancias. “Tenemos herramientas de bienestar digital para defendernos, que van desde cancelar las notificaciones hasta poner límites de uso para diferentes apps”, enumeró Bilinkis.
Para el final, el experto “se guardó” el cambio más importante: el relacionado con el ritmo de vida. “La cuarentena nos obligó a quedarnos en casa y descubrimos que no hacía falta ir a muchos lugares y que no era necesario hacer muchas cosas que hacíamos”, dijo. “Debemos hacer algo para que esta vida más tranquila se mantenga, como romper la idea ridícula de que todos deben entrar y salir del trabajo a la misma hora, convirtiendo los traslados en una experiencia espantosa”, narró.
“La ciencia demostró que la felicidad no está relacionada con circunstancias materiales”, dijo. Y contó lo que llamó “el experimento más largo de la historia”. Investigadores de Harvard siguieron 900 casos durante 80 años. Sobre el final, a los que llegaron, les preguntaron cuán felices habían sido sus vidas. Entre los que dieron las mejores respuestas había en común una buena calidad de vínculos construidos y un alto grado de inserción comunitaria. “Es nuestra oportunidad para reconectar con las personas que tenemos cerca”, sentenció Bilinkis.
“Estas son las cosas que me gustaría cambiar a mí… ¿Pensaron que quieren aprender de esta experiencia para sus vidas y cómo les gustaría que sea el día después de la pandemia?”, planteó como desafío de despedida.
Practia Talks es una serie de conferencias gratuitas en formato de webinar de aproximadamente una hora cada una, sobre temáticas de interés para los líderes. Es parte de las propuestas de difusión del conocimiento de Practia en tiempos de pandemia, que incluyen también la disponibilidad entre marzo y mayo del programa Practia Academy, con charlas sin costo sobre nuevas tecnologías, iniciativa que sumó más de 1.000 inscriptos.
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